le corrió el desvelo de sus ojos
le tomó las manos frígidas
le susurró en oídos de promesas rotas
la ató al placer de su propio sexo
la envenenó de agonía y éxtasis
sintió lo ajeno volvérsele carne
el vacío
la superficialidad de un roce
lágrimas de un elixir de muerte
y ausencia
y venganza
y adiós.
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