19.6.09

Ouse

Dio un paso frente a otro. Las luces se filtraban por entre las hojas de los árboles. En la lejanía vislumbró la salida. El tiempo pesó en sus ojos, en sus manos. La libertad se escondió en un rincón de su bolsillo. La cordura había quedado en su tintero vacío. Sus nudillos estaban rojos. “Las voces se callarán”, pensó, “la sombra se alejará, se irá como la inspiración.” Sus pasos presurosos dañaron las hojas secas en el piso. El borde se sentía cerca.
Observó a un niño a lo lejos. Se escondió entre los juncos. El miedo la invadió con un dolor en la piel, en el estómago. Miedo a que la descubrieran, a que la detuvieran. Quedó sola otra vez, en silencio. Las voces partieron de su pecho, en una onda expansiva de esporas que se alejaron con el viento. Pensó en la carta que dormía en su escritorio. Pensó en su pluma, en el tintero que ya no tocaría. Se miró los dedos, viejos, ajados, descuidados. Sintió la textura del papel en ellos. Miró su mano vacía de pensamientos. Las ideas caían como retazos. Las observó por más tiempo del que llevó tomar la piedra y colocarla en el bolsillo. Acallar las voces en la frialdad del río.
Encontrar tranquilidad.


8.6.09





Cuando la niebla te abandone
te rodearán todos los fantasmas de tu inconciencia
verás todas las frases dichas con sorna
oirás los gritos encapsulados en tu garganta muerta
y comprenderás al fin.